Resumen:
Aunque no se le reconozca como tal, México es un país de emigrantes; el más importante del mundo en la actualidad. Si bien los flujos laborales al norte datan de fines del siglo XIX, en las últimas décadas cobran un dinamismo sin precedentes asociado a una modalidad de integración económica con Estados Unidos (EU) profundamente asimétrica.
La integración que tiene lugar bajo el influjo de las reformas económicas
liberalizadoras1 y que se profundiza con el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN), se sustenta en cierto dinamismo exportador que acentúa
los vínculos dependientes de la economía mexicana a la estadounidense. Los
discursos liberalizadores de factores productivos y flujos dinerarios no se correspondieron con los severos controles al movimiento de la fuerza de trabajo.
No obstante, contra lo que pregonaban los artífices del TLCAN, 2 los flujos migratorios se exacerbaron, se hicieron más calificados y fueron parte de las reestructuraciones
de ambas economías.