Resumen:
La palabra clima viene del griego. En su origen designa la inclinación de la
dirección del Sol respecto al plano horizontal de un lugar. Con el tiempo ha
tomado el significado que involucra el conjunto de circunstancias atmos-
féricas y meteorológicas características de una región de la Tierra. Para una
misma zona a lo largo del año, el espíritu de la palabra clima preserva el
sentido original. De ahí que, denominaciones como clima oceánico, con-
tinental, montañoso, tropical, polar, desértico, estepario, etc., no son nada
extrañas y, en cierta forma, continúan siendo suficientemente descriptivas.
Aunque, en efecto, para una inclinación similar de los rayos del Sol, es decir
semejante en latitud pero a diferente longitud y altitud, las circunstancias
meteorológicas pueden ser muy distintas incluso en la misma época del año.
En tal caso la interpretación original de la palabra clima pareciera perder
sentido. A pesar de todo, este vocablo preserva el significado original en el
ámbito local o para una región en donde la latitud y altitud es análoga.
En los años setenta, al mismo tiempo que se intentaba sistematizar las
regularidades del clima, se comenzaron a observar diversas desregulaciones
climáticas a nivel global. Con el paso de los años, estas desregulaciones
parecen estar acentuándose, se les ha denominado: cambios climáticos; éstos
se han convertido en un objeto de estudio común a múltiples disciplinas. La
preocupación de la comunidad científica por los cambios climáticos ha
conducido a la multiplicación de investigaciones y de líneas de estudio, de tal
forma que las ciencias de la atmósfera resultan ser un mundo cada vez más
complejo y difícil de dominar.
Las ciencias atmosféricas tienen como objetivo común entender la
atmósfera. Han alcanzado una importancia capital, a partir del descubrimiento
del hueco de la capa de ozono estratosférico en la Antártida, el
recrudecimiento de los cambios climáticos y la multiplicación de los desastres
naturales. Hasta la década de los sesenta, las ciencias atmosféricas tuvieron
como eje dominante a la meteorología y más precisamente a la dinámica de
la atmósfera como un desarrollo particular de la hidrodinámica. Ello obedeció
a que el desafío tecnológico fundamental era la previsión del clima.
Las innovaciones tecnológicas ocurridas en otros campos científicos
tuvieron un enorme impacto sobre las ciencias de la atmósfera y con ello se modificaron los ejes principales de la investigación y del desarrollo
tecnológico. Las observaciones globales de la Tierra mediante satélites, el
desarrollo de sistemas computacionales sofisticados y la importancia otor-
gada por la comunidad científica posibilitaron el desarrollo explosivo de las
ciencias atmosféricas en los últimos años.