Resumen:
La religión y la filosofía se inventaron para no pensar; para pensar, en todo caso, en otra cosa. En otra cosa que no sea la finitud, el fin de los tiempos, el agotamiento, la senectud, la pérdida de sí en el vacío sin medida, el nunca jamás. Religiones y filosofías nacen y seguirán naciendo ante el dolor del paso, ante la locura de que todo cambie y no se quede en su sitio, eternamente erguido, eternamente pletórico.