Resumen:
La filosofía se distingue de la religión cuando es contemplada como un sorprendente e
inexplicable esfuerzo de eliminación del componente humano en nuestra percepción y
en nuestra concepción del mundo; un extraño esfuerzo de reducción del
antropomorfismo —o del antropocentrismo—, representación que distorsiona y
violenta la relación que se establece o puede establecerse con la realidad. Extraño,
pues no se sabe muy bien a qué atribuir este desplazamiento. Opinar que el paso de
las mitologías o mitogonías a la filosofía es un paso lógico —un efecto de la evolución
mental, social o cultural— es proponer una petitio principii: da por sentado justo
aquello que habría que explicar.