Resumen:
Las ficciones y la historia sólo se distinguen por sus pretensiones referenciales, ambas se escriben de tiempo. La historia como construcción traza límites en la temporalidad, impone teleologías que impiden percibir las transformaciones; si bien se habla de continuidades y rupturas, las líneas de continuidad se trazan respecto al movimiento anterior y no hacia pasados más remotos. Por ello los historiadores están cada vez más interesados en los procesos de cambio, graduales o explosivos (Lotman, 1999: 11), y en especial en los segundos, para poder percibir en el choque de culturas, visiones de mundo: inferir la norma a panir de su infracción, el despliegue o repliegue de lo uno en lo otro. Pero los cambios también pueden ser graduales y hacer casi imperceptible la articulación compleja de distintas realidades. Este es un intento por comprender la compleja relación entre dos épocas que se superponen en tiempo y espacio: Barroco e Ilustración, Y que por lo general se han considerado movimientos contrarios.