Resumen:
La narrativa de Cristina Rivera Garza ofrece a sus lectores una experiencia fronteriza entre los géneros, los espacios, los recursos literarios. La muerte me da (2008) es un ejercicio literario que se desplaza entre tres aspectos: la metaficción que reflexiona sobre el proceso de la escritura, la autoficción entre lo novelesco y lo autobiográfico, y la novela negra o policial, que es el género más evidente. Al mismo tiempo, replantea la función del lector y la lectura, el lector y la poesía, el lector y la prosa, el lector y la crítica literaria, los lectores de Alejandra Pizarnik, y finalmente, el lector de La muerte me da.
La historia detectivesca o policial funciona como telón de los eventos, sus convenciones le otorgan una dirección al texto, tan abierto y fluido que se desdobla en diferentes interpretaciones en torno a la violencia, tanto sexual como textual. La novela se sostiene en la indagación de un “secreto” y de todas las interrogantes que se abren en torno a la identidad y los motivos de ese asesino o asesina que seduce, castra y asesina hombres jóvenes. Tras los pasos de este enigma, la narración nos va develando la intriga de la historia a través de una forma lúdica e imaginativa: en La muerte me da, la conciencia de la escritura y el cuerpo del texto ocupan un lugar privilegiado.