Resumen:
En numerosas ocasiones hemos insistido, junto con otros muchos colegas, en que
uno de los principales problemas que enfrenta la enseñanza de la administración en
México sigue siendo la utilización en las aulas de una abrumadora mayoría de textos
producidos en realidades ajenas a nuestra cultura e idiosincrasia; en su mayoría, por
no decir casi con exclusividad, redactados originalmente o traducidos del inglés.
Una rápida mirada a las aulas de las facultades de contaduría y administración a lo
largo y ancho del país, nos permite comprobar que son contadísimas, si es que las
hay, las excepciones a esta regla; es decir, salones de clases en donde los profesores
utilicen no ya sus propios texto, −que sería lo ideal− sino tan siquiera los producidos
por otros colegas nacionales, producto de su propias investigaciones o reflexiones
teóricas acerca de cómo se dan entre nosotros los procesos administrativos o los
fenómenos organizacionales.
Sin embargo, desde hace poco más de una década y hasta nuestros días,
el panorama ha empezado lenta, pero de manera sostenida, a dar un importante
viraje. Dos han sido, a mi entender, las principales razones de este giro: Por un lado,
la proliferación de los programas doctorales en esta disciplina, que han forzado a
los estudiantes a llevar a cabo proyectos de investigación para defender sus tesis
doctorales y estar en posibilidades de obtener el grado; por el otro, y en buena
medida interrelacionado con el anterior, la celebración cada vez más numerosa de
congresos nacionales e internacionales organizados por las instituciones educativas
o por asociaciones académicas, como ha sido el caso de la Academia de Ciencias
Administrativas (ACACIA), la ANFECA, o la UNAM y la UAM-Iztapalapa.
La participación, tanto de profesores e investigadores, como de alumnos y
doctorantes en estos eventos, ha ido generando una cantidad notoria de reportes
de investigación de muy diversa índole y, por qué no decirlo, también de muy
disímil calidad, tanto en sus procesos metodológicos como en sus aportaciones al
conocimiento. Sin embargo, algo es indiscutible: las investigaciones versan sobre
nuestra propia realidad nacional. Se investigan las organizaciones mexicanas,
desde las más modestas microempresas, hasta las franquicias o filiales de grandes
organizaciones internacionales, pero que operan en México y que son atendidas por
connacionales que comparten nuestro mismo idioma y cultura.