Resumen:
A Cuhtémoc Esparza Sánchez no le gustaban los homenajes, prefería el trabajo solitario pero reconfortante de la lectura, la charla y sobre todo, el religioso acto de invadir archivos colmados de papeles amarillentos. Tuve la fortuna de compartir con él varias pláticas, e incluso una
entrevista, que podían extenderse por horas, aunque sin sentir el paso del tiempo. Cuando conocí al maestro Esparza, en los primeros años del siglo XXI, ya se le consideraba decano de los historiadores zacatecanos. No obstante, él tenía sus reservas en cuanto a que su voz fuese registrada por una cinta magnética, pues pensaba (tal era su humildad) que no podría contribuir al trabajo de un relativamente joven estudiante de historia, quien intentaba desagraviar fragmentos de la vida musical del Zacatecas decimonónico.