Resumen:
La historia contemporánea de América Latina atribuye a la violencia un carácter preponderante en el devenir cotidiano de sus diferentes sociedades; no es de extrañar pues, la definición como "el continente crónicamente violento"1 que se le asignó en diferentes círculos académicos durante la década de los setenta, sobre todo por la aparente preponderancia a su empleo ya fuera como un medio de cambio político y social o como un mecanismo eficaz de los gobiernos y las clases dominantes para el control y sostenimiento de su estructura de poder y dominación.