Resumen:
La aparente e inmutable estabilidad y crecimiento generados por el gobierno del general Porfirio Díaz, después de un periodo de guerras intestinas e intervenciones extranjeras, fueron consolidadas gracias a la lealtad del ejército y la entrada de inversiones extranjeras, entre ellas, inglesas, norteamericanas, francesas y alemanas. Vastos sectores populares deprimidos económicamente migraron del campo buscando refugio en las ciudades, no obstante, las amplias jornadas laborales y poca paga, así como ausencia de garantías en el trabajo alentaron cada vez más las huelgas y protestas. El apoyo gubernamental al sector patronal se tradujo en represión, cárcel o muerte a los obreros. La marginación política y económica de amplios sectores de la población, la renuencia gubernamental a abrir las vías de participación electoral, la concentración de tierras en pocas manos, el proteccionismo estatal al latifundio y la persecución de asociaciones sindicales obreras alentaron la necesidad de transformar las estructuras políticas atrofiadas por la concentración presidencial. La inconformidad social creció ante el agotamiento del régimen.