Resumen:
En términos generales, América Latina vivió a lo largo del siglo XIX un proceso de
formación de las identidades e instituciones modernas. La etapa republicana de estas
naciones fue una compleja búsqueda de su personalidad territorial, social, política y estatal.
Por ello, todos los esfuerzos se enfocaban en trasformar no sólo la parte material de la
sociedad sino también las estructuras mentales y culturales de sus ciudadanos. En ese
sentido, la urbanización e industrialización no fueron los únicos hechos que se impulsaron
en el periodo que va de 1850 a 1930, la alfabetización, la ciudadanización, la tecnificación
del mundo del trabajo y la consecuente proletarización de la mano de obra también fueron
procesos que llevaban el sello de la modernidad. Todo esto, por supuesto, se desarrolló bajo
el ámbito de unos consensos fluctuantes, que siempre intensificaron las luchas y
contradicciones sociales. Las sociedades latinoamericanas (cada una con sus ritmos y
particularidades) se hallaban al final del siglo XIX en una lucha a contra reloj para no entrar
a la nueva centuria con el rostro heredado de la sociedad colonial1. Cada uno de estos
asuntos hay que entenderlos de manera articulada porque representan los vectores de la
formación moderna del Estado y sus sujetos.