Resumen:
Los estudios relacionados con la migración han enfocado diferentes perspectivas
que revisan la historia, el proceso social, las políticas públicas, los derechos
humanos, las remesas y sus proyecciones en el desarrollo de los países de origen o los de destino, entre otros aspectos que buscan articular la migración
desde el discurso del Estado y la realidad social, lo cual a veces se sostiene de
modos divergentes. En un ensayo titulado “Políticas migratorias y derechos
humanos en México”, Jaime Rochín remite a la esencia de los desplazamientos
humanos con una idea positiva: “1) el ser humano se mueve por naturaleza;
2) la migración es parte de la vida misma, y 3) la migración contribuye al
enriquecimiento cultural de la sociedad” (Rochín, 2003: 197).1
Los movimientos de los sujetos sociales se han hecho complejos, cada vez
más, dentro de las sociedades globalizadas. Pareciera que los flujos migratorios
son más “accesibles”; sin embargo, los derechos y las diferencias humanas
y culturales no son reconocidas. Si bien las instituciones académicas, las organizaciones
civiles y las respectivas instancias del Estado trabajan en proyectos
de diversa índole para fortalecer las relaciones entre migración y desarrollo, y
para “revisar la problemática y los desafíos que plantea el desarrollo sustentable
y la seguridad humana” en las diferentes partes del proceso migratorio;
también es cierto que se encuentran pendientes situaciones que integren una
reflexión del desarrollo humano y la sensibilidad ante la intolerancia, la injusticia,
la violencia y las muertes de miles de migrantes que cruzan la frontera
con Estados Unidos.