Resumen:
La literatura y algunas fórmulas utilizadas con fines mágicos, en
tanto expresiones del lenguaje, pueden compartir recursos semióticos
y hermenéuticos. No es raro que los literatos tomen
del pensamiento mágico asuntos, motivos, tópicos, personajes
y símbolos; mientras que el pretendido uso de la magia,
cuando se expresa mediante encantamientos, conjuros, adivinaciones,
etc., además de depender del uso preciso e irrenunciable
de la palabra mítica y ritual, tiene en su relatoría peso
lírico, conformación estética y lenguaje figurado cercanos a las letras. Si bien no son
equivalentes y cada cual representa y conforma su propio constructo ideológico ambas
suelen coincidir en la herramienta, la vía y el destino de la comunicación, pueden
manifestar parcialmente su identidad a través de metáforas, y, aunque con diferentes objetivos, las expresiones generadas desde su contexto son palabras en movimiento,
juego de significaciones, necesidad de exégesis, propuesta reveladora y hermética a la
vez. Si para el pensamiento mágico la palabra precisa crea o controla el universo, la
literatura construye microcosmos capaces de sintetizar la representación de hechos y
conceptos de amplio espectro trascendental, posibles de ser decodificados.