Resumen:
La Nueva España del siglo xvi era una tierra de oportunidades. Culturas
por descubrir y conquistar, vastos espacios por ocupar y un sinfín de
minas por hallar y explotar. Su sociedad en formación, con su permeabilidad,
facilitaba el acenso social también a aquellos que en España, por
su calidad, hubieran quedado relegados o excluidos. Entre estos recién
llegados hubo descendientes de judíos e hijos segundones que mediante
sus acciones, no siempre apegadas a la ley, lograron adquirir tantas riquezas
y un renombre tal que sus propios hijos e hijas llegaron a ser de
los mejores prospectos para contraer matrimonio con ellos. De esta manera,
en 1572 y hacia 1583, una hija y dos hijos de Cristóbal de Oñate y
doña Catalina de Salazar se casaron con Hernando de Rivadeneyra y dos
de sus hijas. Además, el 10 de octubre de 1584, Juan Velázquez de Salazar,
hermano de doña Catalina, se hizo suegro de Gaspar de Rivadeneyra,
hermano de Hernando.