Resumen:
Hace algunos años, Carlos Pereyra se preguntó ¿historia para qué?
La respuesta que el filósofo mexicano formuló fue que la historia
puede tener una función pragmática, es decir, utilizada, como lo ha sido,
por los grupos en el poder para legitimar su posición ante la sociedad.
De ahí parte de su legitimidad. Sin embargo, Pereyra fue más allá de las
pretensiones políticas: la historia sirve también para contribuir y ensanchar
el horizonte de explicación e interpretación que tienen los hombres
no sólo sobre su pasado, sino sobre todo para comprender su tiempo
presente. De ahí su legitimidad. Pereyra puso en diálogo a la historia en
su doble carácter: como ideología y como ciencia. La historia como disciplina
científica ha servido para proponer planos de interpretación de
los procesos humanos en el tiempo más allá de sus usos políticos.