Resumen:
El punto de encuentro es la ciudad. Édgar Hurtado convocó a un
conjunto de historiadores para analizarla desde distintos enfoques:
la traza urbana y el alma ciudadana, el comportamiento demográfico,
la sanidad, la policía y los frecuentes problemas que implica una
ciudad sedienta.
Zacatecas, ciudad barroca, virreinal, decimonónica, ha propiciado
un crisol de miradas historiográficas que han analizado su estratégico
rol económico, social, político y cultural como civilizadora del norte.
A son de campana, la población se reunía en sus templos para escuchar
al predicador, lograr indulgencias, arrepentirse de sus pecados,
expresar en súplicas y oraciones sus angustias frente a las crisis de
abasto de maíz, escasez de agua y azogue o su júbilo por el nacimiento
de un nuevo monarca.
En 1785 la ciudad de Zacatecas compartió con otros lugares del
virreinato novohispano una severa seca, devastadora, a tal grado que
ocasionó los llamados «años del hambre»; el libro de cabildo contiene
una agonizante descripción de una ciudad en duelo: la «suma tabidez
» fue una manera de caracterizar en ese tiempo los esqueléticos
cuerpos de «la plebe»; muertos de hambre que «más perecen de
hambre que de la peste». Édgar Hurtado Hernández analiza las diversas maneras de enfrentar
las condiciones ambientales de escasez de agua de la sociedad
zacatecana durante el siglo xix. Su perspectiva muestra cómo una
sociedad determinada interactúa con el medio natural y establece
estrategias institucionales de ocupación del territorio para garantizar
su subsistencia, cómo se adapta y adopta nuevos medios y tecnologías,
cuáles son los procesos por los que transitó de una ciudad
sedienta a una ciudad abastecida del recurso vital. Su interpretación
cruza tres problemas vectores: la topografía de la ciudad, las tecnologías
y el desabasto del agua en el periodo de 1810 a 1910.