Resumen:
Rupturas y continuidades en el proceso de construcción
de la nación mexicana son el signo de los siglos XIX y
XX. Preocupación permanente en el convulsionado siglo
XIX fue insertar a México en los corredores del capitalismo,
al lado de las naciones más desarrolladas del mundo.
Las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857 fueron los
instrumentos para impulsar los cambios liberales, sentaron
las bases para la transformación social, política, económica,
legal y cultural del México contemporáneo, separaron
las iglesias y el Estado, establecieron el matrimonio como
contrato civil, prohibieron a los religiosos adquirir bienes
inmuebles o capitales impuestos sobre éstos, promovieron
la desamortización de la propiedad de las tierras en manos
de las corporaciones civiles y religiosas, impulsaron mejoras
en las industrias, la agricultura, la ganadería y, al mismo
tiempo, consolidaron la propiedad privada individual.